¿Qué es la felicidad? wow… la pregunta de la humanidad!!! Y así… seguimos sin contestarla. La sensación es que estamos mal hechos, que nos corresponde ser felices pero nunca llegamos; no es para nosotros.

Antes que nada una advertencia: si algo quisiera dejar a quien lea estas lineas son preguntas, la filosofía es eso. El preguntarse implica salir de lo cotidiano, de los espacios comunes que puede ser el trabajo, los estudios, la familia y al salirnos de uno nos hacemos presente en el ahora. La respuesta no es lo importante, sí encontrarse vivo en el presente.

Continuando. Sentimos que buscamos algo que es inalcanzable. Entonces, lo primero que advertimos es que es un “concepto vacío”. ¿Qué quiero decir con esto? que no hay nada que uno tenga que cumplir para alcanzar la felicidad. Y es tan cierto como que ese estado de plenitud cambia, no es la misma según épocas, edades, cultura. Así, por ejemplo, en la Edad Media, en la que Dios fue el centro, buscarlo y cumplir lo que nos pide permitiría llegar a ese estado pleno. O sino, en la Edad Moderna, basada en la razón y la ciencia, llegaríamos a un paraíso si pudiéramos por medio de la investigación justificar todo. A toda esta variedad social y cultural de la felicidad se suma la individual. No es lo mismo cuando uno es niño o joven o adulto. Con toda esta variabilidad de definiciones de la felicidad afirmar que es “concepto vacío”, no es descabellado. 

Esa ausencia de significado tiene su contra cara, una exigencia. Hay que llenar ese concepto. Estamos en un presente que nos obliga buscar ese estado pleno. Entonces, por qué estamos requeridos a llenar algo que esta vacío? Esta obligación de dónde viene? Responder a esto nos lleva a altera este desarrollo. Vamos abrir una puerta difícil y el coraje nos tiene que acompañar. Hagámoslo. La respuesta a la pregunta por la obligación es que tenemos fecha de vencimiento; nuestro presente tiene un fin. Estamos en un “mientras tanto” en el que nos urge ser felices, el hoy se acaba.

Abierta la puerta y con el coraje todavía fortalecido, esto se hace más intimo aún. Hay que entenderse que la posibilidad de morir es mía. El que muere soy yo y soy yo a quien le debo la exigencia de contestar. Por lo tanto, la respuesta que se requiere es personalísima.

Nos quedamos vacíos de concepto y solos para contestar.

Hasta acá podemos decir que: yo, muerte, mientras tanto y concepto vacío es la misma experiencia de mi presente que exige ser feliz.

Ahora bien, ¿cómo llenar el vacío de la felicidad? Lo que les propongo no son respuestas sino lugares desde donde se puede contestar. Pero para eso en entra aquí.

Manu Arzeno

Filósofo, asesor y PH de aventuras (@manu_arzeno). Presidente Fundación abgraund.com.ar