TRAVEL MARKET // BUDAPEST.

Ya un poco cansada de un viaje agitado, llegaba a mi última parada en Europa del Este: Budapest. Y era cierto que el Danubio era más lindo allí, visto desde Buda o desde Pest, poder cruzar los puentes era una de los momentos más gratos del recorrido.

Cuando llegas lo primero que dan ganas de hacer es calzar las zapas cómodas e ir para el lado de Buda, el antiguo, plagado de historia y también el de las grandes panorámicas. Llegar al panteón de los pescadores, o como muchos lo llaman el castillo de Budapest fue lo que más ansiaba. Esas figuras puntiagudas, escalinatas, pasarelas con un estilo tan contrastante hace que resalte ante los demás edificios. Y como si fuera poco tiene las mejores vistas del lado de Pest y del parlamento. Hablando del majestuoso edificio vale la pena volver hacia Pest y pagar el ingreso con guía, realmente su riqueza es única en el mundo, comparado siempre con el de Londres.

No te preocupes si tenes poco tiempo en la capital húngara, porque se disfruta tanto de día como de noche! Como por ejemplo el paseo en barco por el Danubio, con copa en mano dejándonos encandilar por los edificios totalmente iluminados que en oscuridad parecen otros. Los paseos finalizan del lado de Pest, ideal para pillar un subte o taxi hasta la zona de fiesta. La noche en Budapest es uno de sus atractivos principales y es mucho más larga que en otras ciudades europeas, de lunes a lunes.

Amante de la gastronomía y de conocer la cultura local a través de sus productos al día siguiente me fui al Mercado Central. Por supuesto compre paprika, dátiles y probé todo lo que me ofrecían. Para comprar recuerdos este es el lugar más variado y económico así que esperen llegar hasta ahí. Y mejor si te agarra medio día para almorzar el legítimo goulash con spaetzle (los ñoquis húngaros) acompañado de birra obvio!

Y si faltaba un ingrediente más a esta mágica ciudad, podes relajar las pantorrillas y espalda que fueron exigidas de tanta caminata en los parques termales que se encuentran en el medio de la ciudad, y rodeado de su típica arquitectura que da un cuadro único a una tarde de relax antes de emprender regreso a casa.

Pero eso no fue todo, volviendo al hotel con la idea de organizar mi valija me topé con amigas brasileras que me incentivaron a ir al famoso Café New York, algo que había descartado con el prejuicio que iba a ser demasiado costoso tomar un trago ahí y que tenía que tener vestimenta acorde. En lugar de guardar ropa saque lo más paquete que tenía y partí. Por supuesto que no me arrepentí. Es una joyita emblemática que vale la pena, brindamos, bailamos y el pianista hasta nos regaló garota de ipanema.

Chivi Anauti

 

 

 

 

         16/12/2019        BLOG, HOME-BANNER

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